¿Alguna vez te has preguntado por qué te cuesta confiar en tu pareja? ¿O por qué sientes miedo al abandono, incluso cuando todo parece ir bien? Tal vez la respuesta no esté en lo que pasa ahora, sino en lo que ocurrió hace muchos años, cuando eras niño o niña.

La respuesta, en muchos casos, se encuentra en las primeras experiencias con nuestros cuidadores, durante la infancia. Las experiencias de amor, seguridad y afecto —o la falta de ellas— tienen un impacto enorme en cómo nos relacionamos, en cómo nos sentimos con nosotros mismos, e incluso en cómo enfrentamos los momentos difíciles. Esto hace referencia al estilo de apego que mantuvimos con nuestros cuidadores o padres: seguro, ansioso, distanciante o desorganizado. Os hablé de ellos en un post anterior sobre los diferentes tipos de apego en la infancia. 
 

INFLUENCIA DEL APEGO EN LAS RELACIONES DE PAREJA.

• Las personas que han tenido un apego seguro suelen establecer relaciones estables, confían en sus parejas y se sienten cómodos con la intimidad.
   
• Las personas que han tenido un apego ansioso suelen tener miedo a que sus parejas les dejen, por lo que suelen ser dependientes emocionalmente, así como buscan asegurarse constantemente de que “su relación o su pareja está bien”. 
   
• Las personas que han tenido apego distanciante o evitativo en la infancia, suelen tener dificultades para implicarse emocionalmente, prefieren la independencia, así como tienen dificultades para comprometerse.
   
• Las personas que han vivido un apego desorganizado, tienen heridas y/o traumas de infancia, suelen mostrar tanto comportamientos ansiosos como evitativos de manera alterna. Suelen tener relaciones caóticas o inestables.

INFLUENCIA DEL APEGO EN LA PERCEPCIÓN DE UNO MISMO (AUTOCONCEPTO).
 

• Aquellas personas que han tenido un apego seguro en la infancia, al haber vistos, comprendidos, validados y aceptados, tienen una imagen más positiva de sí mismos y de sus capacidades. Suelen ser personas más seguras de sí mismas, propiciando una autoestima saludable.
   
• Las personas que se han desarrollado en un entorno en el que el estilo de apego era ansioso o distanciante, son personas que no se han sentido vistas, se han podido sentir incomprendidas, donde no se ha validado lo que sentían, sino que se ha juzgado, criticado o minimizado sus emociones. Por lo que suelen ser personas que presentan una baja autoestima, personas inseguras o con poca confianza en sí mismas, debido a experiencias de cuidado inconsistente o negligente.
   

INFLUENCIA DEL APEGO EN LA REGULACIÓN O GESTIÓN EMOCIONAL.

• Los niños que aprendieron a regular sus emociones con la ayuda de cuidadores disponibles y sensibles, desarrollan en la edad adulta herramientas para afrontar o manejar el estrés y regular sus emociones. 
   
• Sin embargo, aquellos que no tuvieron cuidadores disponibles, bien por ausencia de la figura, o bien por la desregulación propia del adulto, suelen tener dificultades para regularse o calmarse en situaciones difíciles, experimentando ansiedad y miedo en muchas ocasiones (apego ansioso), así como huyendo y evitando los conflictos que se presenten en la edad adulta (apego distanciante) en la medida de lo posible.
   

A pesar de que el estilo de apego nos influya en nuestra vida adulta. Estos patrones pueden ser reaprendidos o modificados, a través de la identificación y consciencia en terapia, e incluso a través de nuevas relaciones significativas seguras.

Entender cómo influyen las primeras experiencias de apego es un ejercicio de introspección necesario para reconocer tus patrones, y así dejar de repetir dinámicas dañinas, construir vínculos más saludables y desarrollar una relación más amable contigo mismo.
 

“La infancia nos marca, pero no nos define. La adultez nos da la oportunidad de sanar, reconstruir y evolucionar.”

 

Alicia García Cebrián.
Psicóloga Sanitaria CM01983